A continuación les entregamos las principales conclusiones del “Estudio sobre cumplimiento de normativa de biciestacionamientos en edificios de uso público”, que desarrollamos conjuntamente Asociación de Defensa del Consumidor ADC Bicicultura y Centro Bicicultura, como proyecto ganador del Fondo Concursable SERNAC para proyectos de asociaciones de consumidores 2015, y que contempló entre varias actividades una consulta en línea voluntaria y abierta, con más de 1.400 respuestas.
La encuesta se desarrolló principalmente en la Región Metropolitana y registró datos de edificios de 5 tipos: educacionales, habitacionales de altura, de oficinas, de gobierno / servicios públicos y edificios comerciales.
Del total de edificios reportados, un 30% cuenta actualmente con biciestacionamientos. Un gran logro, si se considera que hace sólo 4 años estas instalaciones no existían, no constituían una necesidad socialmente reconocida ni validada, es más, ni siquiera tenían nombre. El término “biciestacionamiento” fue introducido el 2012 en Chile, a raíz del “Estudio de Oferta y Demanda de Biciestacionamientos en el Gran Santiago”, realizado también por ADC-Bicicultura, cuyo verdadero objetivo fue visibilizar la urgente necesidad de los ciclistas vehiculares de contar con lugares seguros para biciestacionar al llegar a destino.
Eso quiere decir al mismo tiempo que del total de edificios reportados, de la Región Metropolitana, un 70% no cuenta actualmente con biciestacionamientos, indicador claro de la precaria situación en que se encuentran los ciclistas en Santiago y de lo mucho que falta aún por hacer en todo el país, para promover el uso seguro de la bicicleta y garantizar un derecho esencial de aquellos consumidores que optan por comprar una bicicleta, apostando a una forma social y ambientalmente deseable de movilidad.
Otro factor preocupante es que apenas el 5% de las instalaciones existentes cumple con las condiciones mínimas establecidas en la norma MINVU. Esto es que su diseño sea seguro, con una estructura sólida y firmemente anclada, que permita amarrar marco y rueda, como es el caso de modelos como la (letra) “U” invertida o similares, preferentemente modelos inclusivos, horizontales, no colgantes, y con una distancia de diseño tal que reserve al menos 50 cms. entre una y otra bicicleta, para permitir un amarre expedito y cómodo, a la vez que no dañe sus componentes más frágiles, como frenos o cambios, no sólo por razones estéticas, sino de seguridad.
El 94% de las personas piensa que, de haber más biciestacionamientos en su comuna, más gente usaría la bicicleta. Un detalle interesante es que esta opinión se mantiene incluso entre quienes se registran y responden como automovilistas.
Entre quienes reportan que en su edificio (de residencia, trabajo o estudios), sí hay biciestacionamientos, el 83% estima que es necesario ampliar su capacidad. De hecho el 40% piensa que hay que duplicar la capacidad instalada. Por su parte, entre quienes ocupan edificios sin biciestacionamiento, el 98,4% piensa que es necesario instalarlos.
Este consenso transversal en la necesidad y urgencia de multiplicar la disponibilidad de este mobiliario urbano puede deberse al hecho de que existe un número creciente de personas que han pasado de usar la bicicleta para fines recreativos, a usarla para fines vehiculares. La circulación vehicular en bicicleta, a diferencia de la recreativa, requiere la existencia de sitios seguros de amarre en los lugares de destino, que permitan proteger esta inversión personal y familiar. Con independencia de que quien respondiera la consulta fuese un usuario frecuente de automóvil (21,7% de quienes contestaron) o de transporte público (55,6%), siempre existe alguien en la familia que usa bicicleta, por lo que ésta se vuelve valiosa para todo ese grupo humano.
Los edificios educacionales son los que, en general, tienen un mejor cumplimiento de la norma, con un 76% de respuestas positivas. Además en su mayoría son horizontales y los usuarios estiman que son accesibles y seguros. La distancia entre ellos lamentablemente no cumple la norma por lo que están siempre atochados y no son cómodos de usar. Casi el 80% piensa que es necesario ampliar su capacidad.
El estudio identifica múltiples situaciones específicas que permiten caracterizar el estado de situación en lugares concretos, como los edificios de oficinas en Las Condes; los edificios de gobierno y servicios públicos en Santiago Centro o los edificios de departamentos en Providencia o Ñuñoa.
En la ciudad de Santiago se realizan hoy más de 1 millón 100 mil viajes cada día, con un promedio de 3 kilómetros de distancia, lo que significa más de 1.200 millones de kilómetros en bici cada año solo en la capital. Cifras que crecen rápidamente, principalmente por la ampliación de la infraestructura ciclista, la importación anual de más de 650.000 bicicletas, los sistemas de bicicletas públicas, las CicloRecreoVías de los domingos, los cambios normativos que reconocen su presencia en el espacio vial y por sobre todo por la activa movilización de las y los ciclistas organizados, que impulsan todos estos cambios.
Desde su fundación, el año 2006, el centro Bicicultura ha desplegado una intensa actividad para “publicitar” (Arendt), es decir, instalar social y comunicacionalmente ciertas carencias, vacíos, inequidades –en este caso la ausencia de biciestacionamientos formales y seguros-, como un problema social, una carencia grave que afecta negativamente y frena la masificación del ciclismo vehicular, demostrando que esta forma de uso de la bicicleta, -caracterizada por un patrón de viaje de un punto A a B-, requiere siempre de estacionamientos seguros en origen y destino, más aún en las condiciones nacionales actuales, donde el robo de bicicletas cae en la más completa impunidad, transformándose en el artículo más robado, superando incluso en su momento peack a los celulares.
DESCARGA EL INFORME COMPLETO DEL ESTUDIO aquí.
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